martes, 26 de marzo de 2013

"MASACRES Y MÁS"

András Pandy: "El Sacerdote Asesino"


"Estas son las tácticas diabólicas para la destrucción del alma y del cuerpo: aislar, distorsionar, excitar, planear… y luego asesinar".
P. Thomas J. Euteneuer


András Pándy nació en Chop (Ucrania) el 1 de junio de 1927. Estudió teología y después se convirtió en pastor protestante. Pándy conoció a su primera esposa, Ilona Sorés, en 1957. Tras la etapa comunista, huyeron de Hungría a Bélgica. Un año después, nació su hija Ágnes; sus hijos Dániel y Zoltán nacieron en 1961 y 1966, respectivamente.

Un año después la pareja se divorció cuando Pándy acusó a Ilona de infidelidad. Ella se fue de la casa con sus hijos, pero dejó allí a su hija Ágnes, quien pronto comenzó a sostener una relación incestuosa con su padre. De esa unión nacería un niño.

A principios de los años setenta, Pándy cortejó a otras mujeres a través de los periódicos, dándoles a menudo un nombre falso y mintiendo sobre su ocupación. Usaba la llamativa frase “Luna de Miel Europea" en sus anuncios.

A finales de la década, visitó Hungría de nuevo; allí conoció a quien sería su segunda esposa, Edith Fintor, una mujer casada con tres niños: Tünde, Tímea y Andrea. Pándy sedujo a la mujer que, según su ex marido, se escapó con Pándy a Bélgica, donde se casaron.

En 1984, Pándy empezó otra relación incestuosa con su hijastra Tímea. Ágnes, en un ataque de celos, intentó matar a Tímea, pero el miedo la venció y no pudo continuar. Tímea huyó de la casa y pronto emigró a Canadá junto con Mark, el hijo que había concebido con András.

Las desapariciones comenzaron en 1986: primero fue su esposa Edith. Su hijastra Andrea, de trece años de edad, señaló a Pándy como sospechoso, pero no le hicieron caso; este afirmó que Edith se había fugado con un nuevo amante a Alemania. En 1988, su ex esposa Ilona y sus hijos desaparecieron. Pándy dijo primero que se habían ido a Francia, luego que estaban en América del Sur. Finalmente en 1990, después de enviar a Ágnes de vacaciones con el hijo producto del incesto, Tünde desapareció: Pándy afirmó después que lo había corrido de la casa debido a su mal comportamiento.

Ágnes trabajaba como bibliotecaria y era querida y respetada por los miembros de la comunidad. Su vida era aparentemente tranquila. Su padre efectuaba sus servicios religiosos y su feligresía lo estimaba y quería como a un hombre bueno, que los escuchaba y les daba consejos y guía espiritual para mejorar sus existencias.

Sin saber lo que realmente ocurría, sus feligreses habían bautizado al pastor como “Padre Barba Azul”, debido a la negrísima barba que utilizaba en esa época. Cuando la verdad se supo, el sobrenombre tomó un nuevo y macabro significado.

Ágnes explotó en noviembre de 1997: después de denunciar a su padre en 1992 por el abuso sexual, volvió a acudir a la policía, confesando los asesinatos de sus desaparecidos parientes. Según declaró, ella sabía sobra la muerte de todos, aunque personalmente solo era responsable por el asesinato de su madre Ilona, y había colaborado en el asesinato de Dániel, Zoltán y Andrea. Ágnes se negó a decir nada sobre la desaparición de Tünde.

El modus operandi fue, en dos casos, la utilización de un objeto contundente, con el que ella y su padre destrozaron el cráneo de sus víctimas. A otros dos los mataron de un tiro en la cabeza. Los cadáveres fueron desmembrados después. Algunas partes del cuerpo las disolvieron en un tambo con ácido que había en el sótano.

Otras partes las llevaron a un matadero local para que las picaran como carne de cerdo. Más restos fueron abandonados en bolsas en el basurero de Anderlecht, un barrio de Bruselas, cercano a los rastros.

Pándy fue detenido en octubre de 1997 acusado de asesinar a sus dos esposas (Ilona Sores y Edith Fintor), a dos de sus hijos naturales (Dániel y Zoltán) y a dos de sus hijas adoptivas (Tünde y Andrea), así como de violación contra sus hijas.

Tras ser arrestado y acusado, el juicio contra András Pándy, de 75 años, y su hija Ágnes, de 44, comenzó en el Tribunal de Bruselas, ante una gran expectación entre los medios de comunicación belgas. El pastor llevada cuarenta y cinco años viviendo y trabajando en Bélgica.

Pándy permaneció inmutable durante el testimonio de su hija. Sobre su relación incestuosa, Ágnes declaró: “Me dijo que me iba a iniciar, que no debía decírselo a nadie y que sería nuestro pequeño secreto”.

Ágnes, a quien las lágrimas le impidieron en varias ocasiones seguir el relato de los hechos, confirmó que, tal y como había dicho a la policía, asesinó junto con su padre a cinco miembros de su familia. La hija del pastor protestante, fruto del primer matrimonio de Pandy con Ilona Soares, explicó que asesinó, instigada por su padre, a su madre y a su hermano Daniel de un tiro en la cabeza.

Según Agnes, fue él quien mató a su hijo Zoltan, a su segunda mujer (Edith Fintor) y a su hija adoptiva Andrea, aunque ella estuvo en todo momento al corriente de las intenciones de su padre e insistió en que cada uno de estos asesinatos fue premeditado.

La policía localizó restos de varios cadáveres tras indagar en las casas que poseía el pastor. Eso terminó de hundirlo. Pándy fue sentenciado de por la vida en prisión. A su hija Ágnes le dieron veinte años. 





Asombrosamente, cuando cumplió ochenta años, las autoridades de la prisión decidieron enviarlo a un asilo para ancianos jubilados, donde pasa sus días en completa tranquilidad. Allí ha vuelto a predicar.













"El Asesino del Tylenol"

La década de los ochenta del siglo XX. Las diminutas cápsulas rojiblancas del medicamento llamado Tylenol contaban con la preferencia de los estadounidenses a la hora de calmar sus dolores. Sobre todo para las personas alérgicas a la aspirina. "Extrafuerte, sin aspirina", era uno de los eslogans con que el fabricante de Tylenol, Mcneil Consumer Products, captó el 37% de ventas en el mercado de analgésicos.
Pero una mano criminal cambió el rumbo de la historia del Tylenol, en una drama que despistó a jueces y policías. ¿Venganza contra la firma fabricante de Tylenol, filial de la potente multinacional Johnson & Johnson? ¿Obra de un extraño y solitario asesino? ¿O premeditada operación para asesinar a una persona, multiplicando las víctimas para confundir a la policía?
La noticia saltó el 30 de septiembre de 1982, cuando apareció la primera víctima envenenada, al lado de un frasco de Tylenol extrafuerte. Uno de los 160 millones de frascos de analgésicos que los estadounidenses consumían anualmente para calmar un dolor de cabeza, una muela infectada o un resfriado.
Pero en esta ocasión, la cápsula roja y blanca había sido abierta con anterioridad y alguien mezcló cianuro de potasio con la composición analgésica de la fórmula Tylenol.
En octubre, otras seis víctimas, tres de ellas de una misma familia, siguieron al primer “asesinato por control remoto", como lo describió la prensa de la época. Todas las muertes fueron en una misma área de los barrios periféricos, al norte de la ciudad de Chicago. Entre los muertos figuraban una niña de doce años y una mujer que cuatro días antes había dado a luz: Mary Kellerman murió después de tomar una cápsula.
Adán Janus falleció en el hospital después de eso. Su hermano Stanley y su esposa Theresa murieron durante el funeral, tomando píldoras de la misma botella: los tres sepelios se celebraron simultáneamente.
Un número no determinado de personas, fundamentalmente mujeres de mediana y avanzada edad, fueron hospitalizadas. Los cuerpos de Patrick Moore, de 18 años, y Paula Prince, de 35 años, una azafata de la compañía aérea United Airlines que apareció muerta en el baño de su apartamento, fueron analizados minuciosamente, comprobando que realmente el cianuro hallado en sus venas procedía de la ingestión del analgésico.
Este nuevo método era muy innovador: introducir cianuro en las cápsulas del analgésico más vendido en todo el país.
La policía buscó al presunto autor de los siete asesinatos y lo describieron como un ser frío, meticuloso, bien organizado y con conocimientos científicos.
Cuatrocientos detectives iniciaron una cacería humana en busca del presunto asesino. Hubo docenas de personas detenidas. Y millones de dólares en pérdidas para el fabricante de Tylenol. El insólito caso provocó una rápida reacción de la policía, advirtiendo con megáfonos a la población para que no comprasen Tylenol y solicitando la entrega de todos los frascos del mortífero analgésico. Medio millón de cápsulas investigadas dio escasos resultados. Sólo se encontró cianuro en algunos de los frascos que provocaron las muertes por envenenamiento.
Las autoridades federales del Departamento de Salud, junto con la firma productora de Tylenol, ordenaron la retirada de millones de frascos en todas las farmacias y supermercados donde el producto se vendía libremente, sin receta, como era normal en ese tipo de medicamentos. Johnson & Johnson envió medio millón de telegramas a farmacias, hospitales y médicos particulares reclamando la devolución de las cajas de Tylenol para su posterior investigación.
Los estadounidenses vivían bajo el síndrome de los asesinatos provocados por la introducción de cianuro en las cápsulas del medicamento. El asunto era digno de una novela de Agatha Christie. Los hechos de Chicago incitaron la reapertura de la investigación del suicidio, mediante cianuro, de un estudiante de la Universidad de Pensylvania.
Lo peor vino después: hubo nuevas víctimas en Filadelfia y Oroville (California). Un ciudadano de Oroville sufrió fuertes dolores cuando había tomado tres pastillas de Tylenol Extrafuerte, que resultaron contener estricnina, un veneno común utilizado para combatir a las ratas. Pero los detectives descartaron rápidamente los posibles vínculos entre Chicago, Filadelfia y Oroville. El veneno era distinto y al parecer los nuevos asesinatos eran obra de un copycat, un imitador.
No faltaron las falsas pistas, como la provocada por James W. Lewis, un empresario en bancarrota del estado de Illinois, que envió una carta al fabricante de Tylenol pidiendo un millón de dólares a cambio de "no seguir envenenando cápsulas de Tylenol". Tras ser arrestado, se le condenó a trece años de prisión por intento de extorsión.
El "Caso del Asesino del Tylenol" creó una reacción desfavorable del público hacia las otras gamas del mismo producto, elaboradas por Johnson & Johnson. La firma, cuyos ingresos por la venta de Tylenol en 1981 fueron de cuatrocientos millones de dólares, en un volumen global de 5.400 de cifra de negocios, contraatacó ofreciendo en el mercado el componente del analgésico en forma de comprimidos, mucho más difíciles de adulterar.
James Burke, director de Johnson & Johnson en ese momento, asumió de inmediato la responsabilidad por el desastre. Le dijo a la gente que no consumiera productos Tylenol. Frenó la producción y la publicidad y ordenó que se recuperaran las cápsulas de Tylenol que ya estaban a la venta, mientras los ejecutivos de la empresa trabajaban incansablemente para resolver la crisis.
Los expertos en marketing opinaron que la marca Tylenol no sobreviviría, pero se equivocaron. A la vuelta de un año Tylenol (en envases resistentes a la manipulación) había recuperado el 90% de su participación de mercado; igualmente destacable es que la empresa y la marca salieron de la crisis con su reputación realzada.
En 1986 hubo otro caso de una copycat, llamado “La Asesina del Excedrin”, que envenenó este medicamento.
Se trataba de Stella Nickell, quien mató de esta manera a su esposo Bruce Hamilton para cobrar el seguro de vida. Con tal de que pareciera un accidente, envenenó más frascos de Excedrin y mató a más personas. La policía lo atribuyó a un nuevo asesino serial y ella pudo cobrar el seguro.
Sin embargo, su hija, Cindy Hamilton, se dio cuenta y aviso a la policía. Stella Nickell fue juzgada y condenada a noventa años de prisión y su hija recibió una recompensa de la industria farmacéutica.
Con el tiempo, el caso del Asesino del Tylenol fue retomado en el cómic Punisher, donde este vigilante combate a un criminal que envenena medicamentos por haber sido despedido de una empresa farmacéutica.
En 1999 se filmó la cinta The Insider, con Russell Crowe, donde se alude a este caso. También apareció un caso similar en la serie televisiva CSI: Crime Scene Investigation. Y el escritor Thomas Harris hace que su personaje, Jack Crawford, lo mencione en la novela Hannibal: “debo retirarme en dos años. Aunque encuentre a Jimmy Hoffa y al Asesino del Tylenol”.
El verdadero Asesino del Tylenol nunca fue atrapado, pero su caso se convirtió en uno de los más famosos en la historia del crimen de los Estados Unidos. Hasta el momento, el caso sigue abierto y la recompensa aún se 
ofrece                 Foto: "El Asesino del Tylenol"
La década de los ochenta del siglo XX. Las diminutas cápsulas rojiblancas del medicamento llamado Tylenol contaban con la preferencia de los estadounidenses a la hora de calmar sus dolores. Sobre todo para las personas alérgicas a la aspirina. "Extrafuerte, sin aspirina", era uno de los eslogans con que el fabricante de Tylenol, Mcneil Consumer Products, captó el 37% de ventas en el mercado de analgésicos.
Pero una mano criminal cambió el rumbo de la historia del Tylenol, en una drama que despistó a jueces y policías. ¿Venganza contra la firma fabricante de Tylenol, filial de la potente multinacional Johnson & Johnson? ¿Obra de un extraño y solitario asesino? ¿O premeditada operación para asesinar a una persona, multiplicando las víctimas para confundir a la policía?
La noticia saltó el 30 de septiembre de 1982, cuando apareció la primera víctima envenenada, al lado de un frasco de Tylenol extrafuerte. Uno de los 160 millones de frascos de analgésicos que los estadounidenses consumían anualmente para calmar un dolor de cabeza, una muela infectada o un resfriado.
Pero en esta ocasión, la cápsula roja y blanca había sido abierta con anterioridad y alguien mezcló cianuro de potasio con la composición analgésica de la fórmula Tylenol.
En octubre, otras seis víctimas, tres de ellas de una misma familia, siguieron al primer “asesinato por control remoto", como lo describió la prensa de la época. Todas las muertes fueron en una misma área de los barrios periféricos, al norte de la ciudad de Chicago. Entre los muertos figuraban una niña de doce años y una mujer que cuatro días antes había dado a luz: Mary Kellerman murió después de tomar una cápsula.
Adán Janus falleció en el hospital después de eso. Su hermano Stanley y su esposa Theresa murieron durante el funeral, tomando píldoras de la misma botella: los tres sepelios se celebraron simultáneamente.
Un número no determinado de personas, fundamentalmente mujeres de mediana y avanzada edad, fueron hospitalizadas. Los cuerpos de Patrick Moore, de 18 años, y Paula Prince, de 35 años, una azafata de la compañía aérea United Airlines que apareció muerta en el baño de su apartamento, fueron analizados minuciosamente, comprobando que realmente el cianuro hallado en sus venas procedía de la ingestión del analgésico.
Este nuevo método era muy innovador: introducir cianuro en las cápsulas del analgésico más vendido en todo el país.
La policía buscó al presunto autor de los siete asesinatos y lo describieron como un ser frío, meticuloso, bien organizado y con conocimientos científicos.
Cuatrocientos detectives iniciaron una cacería humana en busca del presunto asesino. Hubo docenas de personas detenidas. Y millones de dólares en pérdidas para el fabricante de Tylenol. El insólito caso provocó una rápida reacción de la policía, advirtiendo con megáfonos a la población para que no comprasen Tylenol y solicitando la entrega de todos los frascos del mortífero analgésico. Medio millón de cápsulas investigadas dio escasos resultados. Sólo se encontró cianuro en algunos de los frascos que provocaron las muertes por envenenamiento.
Las autoridades federales del Departamento de Salud, junto con la firma productora de Tylenol, ordenaron la retirada de millones de frascos en todas las farmacias y supermercados donde el producto se vendía libremente, sin receta, como era normal en ese tipo de medicamentos. Johnson & Johnson envió medio millón de telegramas a farmacias, hospitales y médicos particulares reclamando la devolución de las cajas de Tylenol para su posterior investigación.
Los estadounidenses vivían bajo el síndrome de los asesinatos provocados por la introducción de cianuro en las cápsulas del medicamento. El asunto era digno de una novela de Agatha Christie. Los hechos de Chicago incitaron la reapertura de la investigación del suicidio, mediante cianuro, de un estudiante de la Universidad de Pensylvania.
Lo peor vino después: hubo nuevas víctimas en Filadelfia y Oroville (California). Un ciudadano de Oroville sufrió fuertes dolores cuando había tomado tres pastillas de Tylenol Extrafuerte, que resultaron contener estricnina, un veneno común utilizado para combatir a las ratas. Pero los detectives descartaron rápidamente los posibles vínculos entre Chicago, Filadelfia y Oroville. El veneno era distinto y al parecer los nuevos asesinatos eran obra de un copycat, un imitador.
No faltaron las falsas pistas, como la provocada por James W. Lewis, un empresario en bancarrota del estado de Illinois, que envió una carta al fabricante de Tylenol pidiendo un millón de dólares a cambio de "no seguir envenenando cápsulas de Tylenol". Tras ser arrestado, se le condenó a trece años de prisión por intento de extorsión.
El "Caso del Asesino del Tylenol" creó una reacción desfavorable del público hacia las otras gamas del mismo producto, elaboradas por Johnson & Johnson. La firma, cuyos ingresos por la venta de Tylenol en 1981 fueron de cuatrocientos millones de dólares, en un volumen global de 5.400 de cifra de negocios, contraatacó ofreciendo en el mercado el componente del analgésico en forma de comprimidos, mucho más difíciles de adulterar.
James Burke, director de Johnson & Johnson en ese momento, asumió de inmediato la responsabilidad por el desastre. Le dijo a la gente que no consumiera productos Tylenol. Frenó la producción y la publicidad y ordenó que se recuperaran las cápsulas de Tylenol que ya estaban a la venta, mientras los ejecutivos de la empresa trabajaban incansablemente para resolver la crisis.
Los expertos en marketing opinaron que la marca Tylenol no sobreviviría, pero se equivocaron. A la vuelta de un año Tylenol (en envases resistentes a la manipulación) había recuperado el 90% de su participación de mercado; igualmente destacable es que la empresa y la marca salieron de la crisis con su reputación realzada.
En 1986 hubo otro caso de una copycat, llamado “La Asesina del Excedrin”, que envenenó este medicamento.
Se trataba de Stella Nickell, quien mató de esta manera a su esposo Bruce Hamilton para cobrar el seguro de vida. Con tal de que pareciera un accidente, envenenó más frascos de Excedrin y mató a más personas. La policía lo atribuyó a un nuevo asesino serial y ella pudo cobrar el seguro.
Sin embargo, su hija, Cindy Hamilton, se dio cuenta y aviso a la policía. Stella Nickell fue juzgada y condenada a noventa años de prisión y su hija recibió una recompensa de la industria farmacéutica.
Con el tiempo, el caso del Asesino del Tylenol fue retomado en el cómic Punisher, donde este vigilante combate a un criminal que envenena medicamentos por haber sido despedido de una empresa farmacéutica.
En 1999 se filmó la cinta The Insider, con Russell Crowe, donde se alude a este caso. También apareció un caso similar en la serie televisiva CSI: Crime Scene Investigation. Y el escritor Thomas Harris hace que su personaje, Jack Crawford, lo mencione en la novela Hannibal: “debo retirarme en dos años. Aunque encuentre a Jimmy Hoffa y al Asesino del Tylenol”.
El verdadero Asesino del Tylenol nunca fue atrapado, pero su caso se convirtió en uno de los más famosos en la historia del crimen de los Estados Unidos. Hasta el momento, el caso sigue abierto y la recompensa aún se ofrece.
*gaby



CASO DEL SARGENTO BERTRAND


El sargento Bertrand es un hombre de constitución delicada, carácter extraño, desde la niñez reservado y amante de la soledad.
Los antecedentes sanitarios de la familia no se conocen suficientemente, aunque consta que ha habido casos de enfermedad mental entre sus ascendientes. Parece ser que ya desde niño estaba poseído por un inexplicable impulso destructivo. Rompía todo lo que se le ponía por delante.
Ya en la infancia descubrió el onanismo sin necesidad de incitación alguna. Con 9 años empezó a sentir inclinación por personas del sexo opuesto. Con 13 años se despertó en él un poderoso deseo de obtener satisfacción sexual con mujeres; se masturbaba con frecuencia. Mientras lo hacía se representaba siempre en su fantasía una habitación llena de mujeres. Imaginaba que realizaba el acto sexual con ellas y que mancillaba sus cadáveres. Ocasionalmente surgía en tales situaciones también la idea de hacer algo con cadáveres masculinos, pero acompañada de una marcada repugnancia.
Con el tiempo sintió la necesidad de llevar a la práctica tales situaciones con cadáveres reales.
A falta de cadáveres humanos, se hacía con cadáveres de animales, les abría el cuerpo, extraía las entrañas y se masturbaba al mismo tiempo. Afirma haber obtenido así un placer indescriptible. En 1846 ya no le bastaban los cadáveres. Empezó a matar perros y a proceder con ellos de la manera descrita. A finales de 1846 sintió por primera vez deseos de utilizar cadáveres humanos. Al principio no se atrevía. En 1847, al percatarse por casualidad de que había en el cementerio una tumba con un cadáver recién enterrado, sintió esta necesidad (acompañada de dolor de cabeza y palpitaciones) con tal fuerza que desenterró el cadáver aunque había gente en los alrededores y corría el peligro de ser descubierto. A falta de un instrumento adecuado para descuartizarlo, se conformó con golpearlo furiosamente con la pala del enterrador.
En 1847 y 1848 al parecer en intervalos de unos 14 días y acompañado de un violento dolor de cabeza, se vio empujado a cometer actos brutales con cadáveres. Corriendo un peligro extremo y con las mayores dificultades, satisfizo unas 15 veces este impulso. Desenterraba los cadáveres con las manos y de pura excitación ni siquiera sentía las heridas que se hacía. Una vez dueño del cadáver, lo abría con sable o navaja, le sacaba las entrañas y se masturbaba en esta situación. Al parecer, el sexo de los cadáveres le era totalmente indiferente, aunque se constató que este vampiro moderno desenterró más cadáveres femeninos que masculinos.
En el transcurso de estos actos se hallaba en un estado de indescriptible excitación sexual. Tras despedazarlos, volvía a enterrar los cadáveres.
En julio de 1848 dio por casualidad con el cadáver de una joven de unos 16 años.
Se despertó entonces en él por primera vez el deseo de realizar el coito con el cadáver. “Lo cubrí de besos por todas partes, lo apreté como enloquecido contra mi corazón. Todo lo que pueda uno disfrutar con una mujer viva no era nada en comparación con el placer que sentí. Después de disfrutar del cadáver durante un cuarto de hora aproximadamente, lo despedacé como de costumbre y lo destripé. Luego lo enterré de nuevo”.
B. afirma que a partir de este atentado empezó a sentir por primera vez la necesidad de servirse sexualmente de los cadáveres antes de despedazarlos y que posteriormente lo llevó a la práctica con los cuerpos sin vida de unas tres mujeres. Pero el verdadero motivo de la exhumación seguía siendo el descuartizamiento, y el placer obtenido con esta práctica seguía siendo mayor que usando sexualmente los cadáveres.
Esto último no representaba sino un simple episodio del acto principal y nunca llegó a calmar su apetito, por lo que siempre despedazaba a continuación ese mismo cadáver u otro.
Los médicos forenses diagnosticaron “monomanía”. El Consejo de Guerra condenó a B. a 1 año de calabozo.

Foto: CASO DEL SARGENTO BERTRAND

por: Exotica Killer

 El sargento Bertrand es un hombre de constitución delicada, carácter extraño, desde la niñez reservado y amante de la soledad.
Los antecedentes sanitarios de la familia no se conocen suficientemente, aunque consta que ha habido casos de enfermedad mental entre sus ascendientes. Parece ser que ya desde niño estaba poseído por un inexplicable impulso destructivo. Rompía todo lo que se le ponía por delante.
Ya en la infancia descubrió el onanismo sin necesidad de incitación alguna. Con 9 años empezó a sentir inclinación por personas del sexo opuesto. Con 13 años se despertó en él un poderoso deseo de obtener satisfacción sexual con mujeres; se masturbaba con frecuencia. Mientras lo hacía se representaba siempre en su fantasía una habitación llena de mujeres. Imaginaba que realizaba el acto sexual con ellas y que mancillaba sus cadáveres. Ocasionalmente surgía en tales situaciones también la idea de hacer algo con cadáveres masculinos, pero acompañada de una marcada repugnancia.
Con el tiempo sintió la necesidad de llevar a la práctica tales situaciones con cadáveres reales.
A falta de cadáveres humanos, se hacía con cadáveres de animales, les abría el cuerpo, extraía las entrañas y se masturbaba al mismo tiempo. Afirma haber obtenido así un placer indescriptible. En 1846 ya no le bastaban los cadáveres. Empezó a matar perros y a proceder con ellos de la manera descrita. A finales de 1846 sintió por primera vez deseos de utilizar cadáveres humanos. Al principio no se atrevía. En 1847, al percatarse por casualidad de que había en el cementerio una tumba con un cadáver recién enterrado, sintió esta necesidad (acompañada de dolor de cabeza y palpitaciones) con tal fuerza que desenterró el cadáver aunque había gente en los alrededores y corría el peligro de ser descubierto. A falta de un instrumento adecuado para descuartizarlo, se conformó con golpearlo furiosamente con la pala del enterrador.
En 1847 y 1848 al parecer en intervalos de unos 14 días y acompañado de un violento dolor de cabeza, se vio empujado a cometer actos brutales con cadáveres. Corriendo un peligro extremo y con las mayores dificultades, satisfizo unas 15 veces este impulso. Desenterraba los cadáveres con las manos y de pura excitación ni siquiera sentía las heridas que se hacía. Una vez dueño del cadáver, lo abría con sable o navaja, le sacaba las entrañas y se masturbaba en esta situación. Al parecer, el sexo de los cadáveres le era totalmente indiferente, aunque se constató que este vampiro moderno desenterró más cadáveres femeninos que masculinos.
En el transcurso de estos actos se hallaba en un estado de indescriptible excitación sexual. Tras despedazarlos, volvía a enterrar los cadáveres.
En julio de 1848 dio por casualidad con el cadáver de una joven de unos 16 años.
Se despertó entonces en él por primera vez el deseo de realizar el coito con el cadáver. “Lo cubrí de besos por todas partes, lo apreté como enloquecido contra mi corazón. Todo lo que pueda uno disfrutar con una mujer viva no era nada en comparación con el placer que sentí. Después de disfrutar del cadáver durante un cuarto de hora aproximadamente, lo despedacé como de costumbre y lo destripé. Luego lo enterré de nuevo”.
B. afirma que a partir de este atentado empezó a sentir por primera vez la necesidad de servirse sexualmente de los cadáveres antes de despedazarlos y que posteriormente lo llevó a la práctica con los cuerpos sin vida de unas tres mujeres. Pero el verdadero motivo de la exhumación seguía siendo el descuartizamiento, y el placer obtenido con esta práctica seguía siendo mayor que usando sexualmente los cadáveres.
Esto último no representaba sino un simple episodio del acto principal y nunca llegó a calmar su apetito, por lo que siempre despedazaba a continuación ese mismo cadáver u otro.
Los médicos forenses diagnosticaron “monomanía”. El Consejo de Guerra condenó a B. a 1 año de calabozo.




"FANTASMAS EN LA CASA BLANCA"


Desde su construcción a instancias de George Washington en 1790, la presencia de fantasmas en la Casa Blanca, ha sido una constante. Aunque curiosamente los primeros fantasmas en la Casa Blanca, fueron los Washington, que no llegaron a morar en la residencia, por la prematura muerte del presidente George Washington.

La Casa Blanca fue construida en 1790, y desde entonces, se han producido apariciones de fantasmas de personajes ilustres que vivieron en ella. Entre los personajes cuyas apariciones se reportaron más veces, están Abraham Lincoln, George Washington, Martha Washington (esposa del anterior). Debido a la naturaleza de las actividades que allí se llevan a cabo, nunca se han producido informes oficiales de la presencia de fantasmas en la Casa Blanca.

Algunas de las primeras damas que habitaron allí, organizaron sesiones de espiritismo dentro de la residencia, con el fin de contactarse con los fantasmas en la Casa Blanca. Entre las primeras damas que organizaron sesiones están: Mary Todd Lincoln, Eleanor Roosevelt, Jane Pierce. La propia Hillary Clinton, contrató una médium para contactarse con el espíritu de Eleanor Roosevelt.

Resulta muy curioso que los primeros fantasmas en la Casa Blanca, fueran el matrimonio Washington, ya que si bien George fue quien ideó la mansión, nunca vivieron en ella porque murió antes de que se finalizara.

Se comenta que las actividades paranormales se incrementan en tiempos de crisis y guerras.

Hay testigos que afirman haber visto a Thomas Jefferson con su violín, tocando melodías. En general las apariciones se producen en las habitaciones que ocuparon en vida.
Algunas apariciones de los fantasmas en la Casa Blanca :

El propio primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill y la reina Wilhelmina de Holanda, aseguraron que durante sus visitas a Washington, sintieron la presencia del fantasma de Lincoln, que según comentaron, algunas noches, tocaba a la puerta de su antigua habitación. La propia viuda de Lincoln habría realizado sesiones espiritistas para contactar el espíritu de su esposo asesinado, siendo éste el que cuenta con más apariciones entre los fantasmas en la Casa Blanca.

El presidente Woodrow Wilson, relató un encuentro con el fantasma de Lincoln.

El fantasma de la ex primera dama, Dolly Madison, apareció una sola vez en la década de 1940, cuando se realizaron tareas de excavación en el jardín de rosas que ella mandó sembrar. Los jardineros fueron testigos presenciales, y se negaron a arrancar los rosales, por temor a la furia del fantasma.

Las autoridades no niegan la presencia de fantasmas en la Casa Blanca, y el propio jefe de protocolo, Gary Walters, testimonia que junto a tres agentes del servicio secreto, presenciaron el cierre de puertas por sí solas, y la presencia de una corriente de aire helado inexplicable.

Foto: UNA LEYENDA MAS......

"FANTASMAS EN LA CASA BLANCA"
Exótica Killer 


Desde su construcción a instancias de George Washington en 1790, la presencia de fantasmas en la Casa Blanca, ha sido una constante. Aunque curiosamente los primeros fantasmas en la Casa Blanca, fueron los Washington, que no llegaron a morar en la residencia, por la prematura muerte del presidente George Washington.

La Casa Blanca fue construida en 1790, y desde entonces, se han producido apariciones de fantasmas de personajes ilustres que vivieron en ella. Entre los personajes cuyas apariciones se reportaron más veces, están Abraham Lincoln, George Washington, Martha Washington (esposa del anterior). Debido a la naturaleza de las actividades que allí se llevan a cabo, nunca se han producido informes oficiales de la presencia de fantasmas en la Casa Blanca.

Algunas de las primeras damas que habitaron allí, organizaron sesiones de espiritismo dentro de la residencia, con el fin de contactarse con los fantasmas en la Casa Blanca. Entre las primeras damas que organizaron sesiones están: Mary Todd Lincoln, Eleanor Roosevelt, Jane Pierce. La propia Hillary Clinton, contrató una médium para contactarse con el espíritu de Eleanor Roosevelt.

Resulta muy curioso que los primeros fantasmas en la Casa Blanca, fueran el matrimonio Washington, ya que si bien George fue quien ideó la mansión, nunca vivieron en ella porque murió antes de que se finalizara.

Se comenta que las actividades paranormales se incrementan en tiempos de crisis y guerras.

Hay testigos que afirman haber visto a Thomas Jefferson con su violín, tocando melodías. En general las apariciones se producen en las habitaciones que ocuparon en vida.
Algunas apariciones de los fantasmas en la Casa Blanca :

El propio primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill y la reina Wilhelmina de Holanda, aseguraron que durante sus visitas a Washington, sintieron la presencia del fantasma de Lincoln, que según comentaron, algunas noches, tocaba a la puerta de su antigua habitación. La propia viuda de Lincoln habría realizado sesiones espiritistas para contactar el espíritu de su esposo asesinado, siendo éste el que cuenta con más apariciones entre los fantasmas en la Casa Blanca.

El presidente Woodrow Wilson, relató un encuentro con el fantasma de Lincoln.

El fantasma de la ex primera dama, Dolly Madison, apareció una sola vez en la década de 1940, cuando se realizaron tareas de excavación en el jardín de rosas que ella mandó sembrar. Los jardineros fueron testigos presenciales, y se negaron a arrancar los rosales, por temor a la furia del fantasma.

Las autoridades no niegan la presencia de fantasmas en la Casa Blanca, y el propio jefe de protocolo, Gary Walters, testimonia que junto a tres agentes del servicio secreto, presenciaron el cierre de puertas por sí solas, y la presencia de una corriente de aire helado inexplicable.


LUIS DONALDO COLOSIO.



La muerte de Colosio se considera el primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón en 1928. Por el enrarecido ambiente político en el que sucedió, además de los errores, omisiones y desatinos que se cometieron en el curso de la investigación, este caso generó grandes sospechas e incredulidad entre la población. La opinión popular que prevalece es que se trató de un complot orquestado y dirigido en el seno del propio PRI, ordenado directamente por el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores, José María Córdoba Montoya. Sin embargo, el último fiscal del caso, Luis Raúl González Pérez, estableció que no existen evidencias sólidas para señalar a nadie más que Aburto como único autor intelectual y ejecutor del crimen, y por ello el gobierno considera cerrado el caso desde el año 2000.

Luis Donaldo Colosio obtuvo la candidatura presidencial bajo el procedimiento informal conocido como "destape", acostumbrado durante los gobiernos priistas en México. En él, aproximadamente un año y medio antes de la fecha de las elecciones, se empezaban a manejar en los medios de comunicación los nombres de quienes podían obtener la nominación del PRI, todos pertenecientes al gabinete del Presidente en turno porque era éste quien en realidad designaba directamente al candidato a través del mecanismo conocido como dedazo. Durante casi sesenta años, al tratarse de un sistema prácticamente unipartidista, al "destapado" se le consideraba como el nuevo presidente y la campaña se afrontaba como un trámite. Ello explica parte del gran daño sistémico que este atentado causó al régimen político mexicano: aunque ya en 1988 se había presentado un proceso electoral lo suficientemente competido que incluso se presume fue fraudulento, Colosio era visto como el sucesor de Carlos Salinas.

El "destape" de 1993 cumplió puntualmente con todas las reglas no escritas: el PRI anunció el apoyo de los sectores obrero, campesino y popular a favor de Luis Donaldo Colosio, secretario de Desarrollo Social, el 28 de noviembre de ese año. Aunque se manejaron varios nombres más, se considera que los otros precandidatos "finalistas" fueron Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda y Manuel Camacho Solís, titular del Departamento del Distrito Federal. En los reacomodos políticos posteriores a la designación, Aspe continuó en la SHCP; Camacho renunció al DDF en represalia por no haber obtenido la nominación, aunque luego aceptó hacerse cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y Zedillo fue nombrado por Colosio coordinador de su campaña electoral, en un movimiento operado por José María Córdoba que se vio como un intento de Salinas por imponer su proyecto político. Durante varios sexenios, el candidato presidencial priista nombraba como su coordinador de campaña a quien sería su sucesor al terminar el sexenio. Esa regla se cumplió con Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas y Luis Donaldo Colosio, quienes nombraron como sus coordinadores a Salinas, Colosio y Ernesto Zedillo, respectivamente. Aunque existen indicios de que la llegada de Zedillo al equipo colosista fue una imposición de Salinas, éste sostiene que fue el propio candidato quien lo solicitó.

El 23 de Marzo de 1994 en Lomas Taurinas Tijuana a las 17:10 horas, Colosio terminó su discurso de campaña y se dirigió con su comitiva de regreso a la camioneta Blazer, que lo conduciría al Club Campestre de Tijuana. El orador pidió por el micrófono a los asistentes que lo despidieran. Como fondo sonaba fuerte la canción "La culebra" de la Banda Machos. Los integrantes del grupo Orden, Vallas y Porras (o Grupo Omega, formado por ex policías, cuya función era crear un el segundo anillo de seguridad en torno a Colosio, luego de su escolta personal) de inmediato trataron de formar barreras para darle paso por el costado izquierdo del templete, pero no lo lograron porque la multitud de mujeres, niños, hombres y jóvenes se arremolinó en torno a él para saludarlo y entregarle peticiones, lo que lo forzó a caminar, con mucha dificultad, hacia el costado derecho. El cuerpo de seguridad quedó rebasado por la aglomeración y el apretujamiento. Frente al candidato caminaban el coronel Federico Reynaldos del Pozo y el mayor Germán Castillo, mientras que detrás de él venía el general Domiro García Reyes. En el flanco izquierdo iba el ex policía Fernando de la Sota, líder del Grupo Omega, y en el derecho el teniente Miguel Cimbrón. A las 17:12 de la tarde, cuando Colosio había recorrido aproximadamente trece metros y medio en la explanada, uno de los asistentes al mitin logró penetrar el débil cerco de seguridad, puso un revólver Taurus calibre 38 cerca de su oído derecho e hizo fuego. Inmediatamente el agresor hizo otro disparo que alcanzó al político en el abdomen, quien se desplomó inconsciente, sangrando profusamente de la cabeza. En medio de la confusión, los guardaespaldas capturaron a un hombre de unos 25 años, de complexión delgada, tez morena y pelo rizado, vestido con pantalón de mezclilla y una chamarra negra.

Elementos de seguridad levantaron a Colosio y lo llevaron en vilo hacia la camioneta Blazer estacionada a un lado del puente de madera, pese a que en el lugar había dos ambulancias; incluso en una de ellas estaba la entonces directora del Hospital General de Tijuana, Rosalinda Guerra. No habían recorrido más de 500 metros cuando los alcanzó otra ambulancia del Grupo de Rescate Delta. Domiro García Reyes ordenó que se detuvieran para cambiar de vehículo.

Mientras, otros guardaespaldas rodeaban al detenido, identificado como Mario Aburto Martínez, para protegerlo de los enfurecidos asistentes al mitin, quienes trataban de lincharlo. Inmovilizado, el agresor gritaba "fue el ruco, fue el ruco", refiriéndose a Vicente Mayoral, uno de los integrantes del grupo de seguridad, quien también fue detenido y presentado.
Declaratoria de muerte

Menos de diez minutos después del atentado, la ambulancia arribó al Hospital General de Tijuana, ubicado a poco más de cinco kilómetros de Lomas Taurinas. A las 17:20 el candidato ingresó inconsciente al área de Urgencias, en paro respiratorio pero con pulso. De inmediato lo transfirieron a quirófano, donde lo atendieron dos equipos de cirujanos simultáneamente: uno le realizó una craneotomía para la herida en la cabeza, con entrada en la región temporal derecha y salida en la región parietal izquierda; y el otro una laparotomía exploratoria en la zona superior izquierda del abdomen. Se “realizaron diversas maniobras encaminadas a tratar de salvar la vida del paciente, pero médica y clínicamente era (imposible) por la gravedad de la lesión en la cabeza, no así la lesión que presentaba en el abdomen, ya que no hubo lesión en algún órgano interno, ya (que) nunca atravesó el peritoneo parietal, siendo una lesión en sedal, y sin poder precisar el tiempo y a consecuencia de la gravedad no obstante todos los esfuerzos humanos y médicos que se realizaron, falleció el licenciado Colosio”.

Aproximadamente a las 18:55, Colosio sufrió un paro cardiocirculatorio irreversible. Durante los siguientes 50 minutos los médicos realizaron labores de resucitación, sin resultado. Lo declararon muerto a las 19:45 horas, tiempo del Pacífico. Aunque llegó prácticamente muerto al hospital, la incógnita sobre su condición se mantuvo durante más de tres horas. Los políticos locales Amador Rodríguez Lozano y César Moreno informaron que la operación de abdomen había sido exitosa. A las 19:50, la directora del hospital, Rosalinda Guerra, declaró que esperarían a que concluyera la cirugía craneal, hacia las 20:20, para brindar alguna información, aunque para ese momento el candidato ya había expirado. Afuera del hospital -donde más de 600 personas esperaban noticias- y en general en todo el país se vivía un clima de tensión, dado que un crimen político de esa magnitud no se había visto en generaciones. Las cadenas de televisión y radio interrumpieron sus programaciones y se enlazaron con sus corresponsales y enviados en Tijuana. El hermetismo dio paso a especulaciones: se discutió si Colosio podría continuar como candidato, si quedaría en estado vegetativo o si sería trasladado a San Diego.

En el hospital, hubo fricciones entre los reporteros y policías judiciales y antimotines, debido a que a una unidad de la empresa Televisa se le permitió entrar al área de quirófanos, marginando a los otros medios de comunicación. A las ocho de la noche empezó a circular el rumor del deceso. Finalmente a las 8:47 de la noche, una hora y 12 minutos después de la declaratoria de muerte de parte de los médicos, Liébano Sáenz, secretario de Información y Propaganda de la campaña, anunció el fallecimiento en el vestíbulo del hospital, rodeado por decenas de reporteros y camarógrafos.

Carlos Salinas ( pesidente de México en aquel entonces )emitió dos declaraciones: una a las 19:05, hora de México, y otra dos horas después. En la primera dijo que había enviado a su médico personal y a un "especialista" para auxiliar a los médicos que trataban al candidato, así como al procurador general de la República, para coadyuvar en la investigación. En el segundo comunicado, confirmado el fallecimiento, se comprometió a aplicar la ley con rigor y esclarecer el crimen a plenitud.

Las horas de la confusión

Inmediatamente después del atentado, los guardaespaldas subieron a Mario Aburto a una camioneta Suburban negra, que empezó a avanzar entre el tumulto. Cuando el vehículo logró salir de Lomas Taurinas, fue detenido por elementos del Grupo Táctico Especial de la policía de Tijuana, quienes pidieron a gritos a los militares que se acreditaran. El coronel Reynaldos, quien iba al volante, les mostró su identificación y con eso pudieron seguir su camino.

Herido en la cabeza, cubierto de sangre, con la camisa abierta y esposado, Aburto fue conducido a la delegación de la PGR en Baja California, cuyo responsable era José Arturo Ochoa Palacios. Apenas llegó fue interrogado por primera vez. Aunque el encargado formal debía ser Raúl Loza Parra, subdelegado de la Policía Judicial Federal, intervinieron en total unas quince personas, entre miembros del Estado Mayor, policías judiciales y agentes del Ministerio Público, por lo que las preguntas se realizaron de manera desordenada y "sin orientación criminalística", a decir de la Subprocuraduría especial.

Aunque la Subprocuraduría especial concluyó que en Lomas Taurinas sólo se utilizó un arma para agredir a Colosio, reconoció que surgieron dudas debido a que los miembros del EMP no la entregaron inmediatamente, sino que la conservaron por unas horas, como también hicieron con la bala encontrada en el sitio. 

18 Semanas después Aburto ya en el penal de Almoloya, dijo que no recordaba nada lo que dijo esa tarde y noche porque le habían dado de beber alguna "sustancia extraña" o por un golpe que recibió en la cabeza.

Acusado de los delitos de homicidio calificado y portación ilegal de arma de fuego, Aburto fue trasladado vía aérea a la Ciudad de México la mañana del 24 de marzo, y de ahí al Centro Federal de Readaptación Social Número 1, en Almoloya de Juárez, Estado de México.

La Subprocuraduría consignó que en 16 ocasiones ante Ministerio Público Mario Aburto confirmó ser el autor de los disparos a Colosio. Pese a que en numerosas ocasiones ha agregado o suprimido detalles, en general siempre ha sostenido que se trató de un "accidente", ya que intención no era matar al político, sólo herirlo, para llamar la atención de los medios de comunicación sobre sus ideas "pacifistas".


Foto: HOLA MUY BUENAS NOCHES AMIGOS Y AMIGAS, ESTA NOCHE LES COMPARTO UNA HISTORIA MUY CONOCIDA POR TODOS LOS  MEXICANOS, UN HECHO QUE CAUSO MUCHO IMPACTO EN NUESTRO PAIS HACE YA 19 AÑOS, EL ASESINATO DEL CANDIDATO A LA PRESIDENCIA LUIS DONALDO COLOSIO.

Exótica Killer 

La muerte de Colosio se considera el primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón en 1928. Por el enrarecido ambiente político en el que sucedió, además de los errores, omisiones y desatinos que se cometieron en el curso de la investigación, este caso generó grandes sospechas e incredulidad entre la población. La opinión popular que prevalece es que se trató de un complot orquestado y dirigido en el seno del propio PRI, ordenado directamente por el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores, José María Córdoba Montoya. Sin embargo, el último fiscal del caso, Luis Raúl González Pérez, estableció que no existen evidencias sólidas para señalar a nadie más que Aburto como único autor intelectual y ejecutor del crimen, y por ello el gobierno considera cerrado el caso desde el año 2000.

Luis Donaldo Colosio obtuvo la candidatura presidencial bajo el procedimiento informal conocido como "destape", acostumbrado durante los gobiernos priistas en México. En él, aproximadamente un año y medio antes de la fecha de las elecciones, se empezaban a manejar en los medios de comunicación los nombres de quienes podían obtener la nominación del PRI, todos pertenecientes al gabinete del Presidente en turno porque era éste quien en realidad designaba directamente al candidato a través del mecanismo conocido como dedazo. Durante casi sesenta años, al tratarse de un sistema prácticamente unipartidista, al "destapado" se le consideraba como el nuevo presidente y la campaña se afrontaba como un trámite. Ello explica parte del gran daño sistémico que este atentado causó al régimen político mexicano: aunque ya en 1988 se había presentado un proceso electoral lo suficientemente competido que incluso se presume fue fraudulento, Colosio era visto como el sucesor de Carlos Salinas.

El "destape" de 1993 cumplió puntualmente con todas las reglas no escritas: el PRI anunció el apoyo de los sectores obrero, campesino y popular a favor de Luis Donaldo Colosio, secretario de Desarrollo Social, el 28 de noviembre de ese año. Aunque se manejaron varios nombres más, se considera que los otros precandidatos "finalistas" fueron Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda y Manuel Camacho Solís, titular del Departamento del Distrito Federal. En los reacomodos políticos posteriores a la designación, Aspe continuó en la SHCP; Camacho renunció al DDF en represalia por no haber obtenido la nominación, aunque luego aceptó hacerse cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y Zedillo fue nombrado por Colosio coordinador de su campaña electoral, en un movimiento operado por José María Córdoba que se vio como un intento de Salinas por imponer su proyecto político. Durante varios sexenios, el candidato presidencial priista nombraba como su coordinador de campaña a quien sería su sucesor al terminar el sexenio. Esa regla se cumplió con Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas y Luis Donaldo Colosio, quienes nombraron como sus coordinadores a Salinas, Colosio y Ernesto Zedillo, respectivamente. Aunque existen indicios de que la llegada de Zedillo al equipo colosista fue una imposición de Salinas, éste sostiene que fue el propio candidato quien lo solicitó.

El 23 de Marzo de 1994 en Lomas Taurinas Tijuana a las 17:10 horas, Colosio terminó su discurso de campaña y se dirigió con su comitiva de regreso a la camioneta Blazer, que lo conduciría al Club Campestre de Tijuana. El orador pidió por el micrófono a los asistentes que lo despidieran. Como fondo sonaba fuerte la canción "La culebra" de la Banda Machos. Los integrantes del grupo Orden, Vallas y Porras (o Grupo Omega, formado por ex policías, cuya función era crear un el segundo anillo de seguridad en torno a Colosio, luego de su escolta personal) de inmediato trataron de formar barreras para darle paso por el costado izquierdo del templete, pero no lo lograron porque la multitud de mujeres, niños, hombres y jóvenes se arremolinó en torno a él para saludarlo y entregarle peticiones, lo que lo forzó a caminar, con mucha dificultad, hacia el costado derecho. El cuerpo de seguridad quedó rebasado por la aglomeración y el apretujamiento. Frente al candidato caminaban el coronel Federico Reynaldos del Pozo y el mayor Germán Castillo, mientras que detrás de él venía el general Domiro García Reyes. En el flanco izquierdo iba el ex policía Fernando de la Sota, líder del Grupo Omega, y en el derecho el teniente Miguel Cimbrón. A las 17:12 de la tarde, cuando Colosio había recorrido aproximadamente trece metros y medio en la explanada, uno de los asistentes al mitin logró penetrar el débil cerco de seguridad, puso un revólver Taurus calibre 38 cerca de su oído derecho e hizo fuego. Inmediatamente el agresor hizo otro disparo que alcanzó al político en el abdomen, quien se desplomó inconsciente, sangrando profusamente de la cabeza. En medio de la confusión, los guardaespaldas capturaron a un hombre de unos 25 años, de complexión delgada, tez morena y pelo rizado, vestido con pantalón de mezclilla y una chamarra negra.

Elementos de seguridad levantaron a Colosio y lo llevaron en vilo hacia la camioneta Blazer estacionada a un lado del puente de madera, pese a que en el lugar había dos ambulancias; incluso en una de ellas estaba la entonces directora del Hospital General de Tijuana, Rosalinda Guerra. No habían recorrido más de 500 metros cuando los alcanzó otra ambulancia del Grupo de Rescate Delta. Domiro García Reyes ordenó que se detuvieran para cambiar de vehículo.

Mientras, otros guardaespaldas rodeaban al detenido, identificado como Mario Aburto Martínez, para protegerlo de los enfurecidos asistentes al mitin, quienes trataban de lincharlo. Inmovilizado, el agresor gritaba "fue el ruco, fue el ruco", refiriéndose a Vicente Mayoral, uno de los integrantes del grupo de seguridad, quien también fue detenido y presentado.
Declaratoria de muerte

Menos de diez minutos después del atentado, la ambulancia arribó al Hospital General de Tijuana, ubicado a poco más de cinco kilómetros de Lomas Taurinas. A las 17:20 el candidato ingresó inconsciente al área de Urgencias, en paro respiratorio pero con pulso. De inmediato lo transfirieron a quirófano, donde lo atendieron dos equipos de cirujanos simultáneamente: uno le realizó una craneotomía para la herida en la cabeza, con entrada en la región temporal derecha y salida en la región parietal izquierda; y el otro una laparotomía exploratoria en la zona superior izquierda del abdomen. Se “realizaron diversas maniobras encaminadas a tratar de salvar la vida del paciente, pero médica y clínicamente era (imposible) por la gravedad de la lesión en la cabeza, no así la lesión que presentaba en el abdomen, ya que no hubo lesión en algún órgano interno, ya (que) nunca atravesó el peritoneo parietal, siendo una lesión en sedal, y sin poder precisar el tiempo y a consecuencia de la gravedad no obstante todos los esfuerzos humanos y médicos que se realizaron, falleció el licenciado Colosio”.

Aproximadamente a las 18:55, Colosio sufrió un paro cardiocirculatorio irreversible. Durante los siguientes 50 minutos los médicos realizaron labores de resucitación, sin resultado. Lo declararon muerto a las 19:45 horas, tiempo del Pacífico. Aunque llegó prácticamente muerto al hospital, la incógnita sobre su condición se mantuvo durante más de tres horas. Los políticos locales Amador Rodríguez Lozano y César Moreno informaron que la operación de abdomen había sido exitosa. A las 19:50, la directora del hospital, Rosalinda Guerra, declaró que esperarían a que concluyera la cirugía craneal, hacia las 20:20, para brindar alguna información, aunque para ese momento el candidato ya había expirado. Afuera del hospital -donde más de 600 personas esperaban noticias- y en general en todo el país se vivía un clima de tensión, dado que un crimen político de esa magnitud no se había visto en generaciones. Las cadenas de televisión y radio interrumpieron sus programaciones y se enlazaron con sus corresponsales y enviados en Tijuana. El hermetismo dio paso a especulaciones: se discutió si Colosio podría continuar como candidato, si quedaría en estado vegetativo o si sería trasladado a San Diego.

En el hospital, hubo fricciones entre los reporteros y policías judiciales y antimotines, debido a que a una unidad de la empresa Televisa se le permitió entrar al área de quirófanos, marginando a los otros medios de comunicación. A las ocho de la noche empezó a circular el rumor del deceso. Finalmente a las 8:47 de la noche, una hora y 12 minutos después de la declaratoria de muerte de parte de los médicos, Liébano Sáenz, secretario de Información y Propaganda de la campaña, anunció el fallecimiento en el vestíbulo del hospital, rodeado por decenas de reporteros y camarógrafos.

Carlos Salinas ( pesidente de  México en aquel entonces )emitió dos declaraciones: una a las 19:05, hora de México, y otra dos horas después. En la primera dijo que había enviado a su médico personal y a un "especialista" para auxiliar a los médicos que trataban al candidato, así como al procurador general de la República, para coadyuvar en la investigación. En el segundo comunicado, confirmado el fallecimiento, se comprometió a aplicar la ley con rigor y esclarecer el crimen a plenitud.

Las horas de la confusión

Inmediatamente después del atentado, los guardaespaldas subieron a Mario Aburto a una camioneta Suburban negra, que empezó a avanzar entre el tumulto. Cuando el vehículo logró salir de Lomas Taurinas, fue detenido por elementos del Grupo Táctico Especial de la policía de Tijuana, quienes pidieron a gritos a los militares que se acreditaran. El coronel Reynaldos, quien iba al volante, les mostró su identificación y con eso pudieron seguir su camino.

Herido en la cabeza, cubierto de sangre, con la camisa abierta y esposado, Aburto fue conducido a la delegación de la PGR en Baja California, cuyo responsable era José Arturo Ochoa Palacios. Apenas llegó fue interrogado por primera vez. Aunque el encargado formal debía ser Raúl Loza Parra, subdelegado de la Policía Judicial Federal, intervinieron en total unas quince personas, entre miembros del Estado Mayor, policías judiciales y agentes del Ministerio Público, por lo que las preguntas se realizaron de manera desordenada y "sin orientación criminalística", a decir de la Subprocuraduría especial.

Aunque la Subprocuraduría especial concluyó que en Lomas Taurinas sólo se utilizó un arma para agredir a Colosio, reconoció que surgieron dudas debido a que los miembros del EMP no la entregaron inmediatamente, sino que la conservaron por unas horas, como también hicieron con la bala encontrada en el sitio. 

18 Semanas después Aburto ya en el penal de Almoloya, dijo que no recordaba nada lo que dijo esa tarde y noche porque le habían dado de beber alguna "sustancia extraña" o por un golpe que recibió en la cabeza.

Acusado de los delitos de homicidio calificado y portación ilegal de arma de fuego, Aburto fue trasladado vía aérea a la Ciudad de México la mañana del 24 de marzo, y de ahí al Centro Federal de Readaptación Social Número 1, en Almoloya de Juárez, Estado de México.

La Subprocuraduría consignó que en 16 ocasiones ante Ministerio Público Mario Aburto confirmó ser el autor de los disparos a Colosio. Pese a que en numerosas ocasiones ha agregado o suprimido detalles, en general siempre ha sostenido que se trató de un "accidente", ya que intención no era matar al político, sólo herirlo, para llamar la atención de los medios de comunicación sobre sus ideas "pacifistas".


Cho Seung-hui: la masacre de Virginia Tech


Cho Seung-hui nació en Seul (Corea del Sur) el 18 de enero de 1984. Su familia vivía en un departamento alquilado, el sótano de un edificio. Cho Seung-hui tuvo un diagnostico de autismo a los ocho años de edad. Lim Bong, el casero de la familia en Corea, declaró a un periódico: "No sabía lo que el padre de Cho hacía para ganarse la vida. Pero ellos tenían una vida pobre. Hasta que emigraron, dijo que habían ido a Estados Unidos porque era difícil vivir aquí y que era mejor vivir en un lugar en el que nadie los conociera".
Seung-hui emigró a los Estados Unidos en 1992, a los ocho años de edad, con sus padres y su hermana mayor. Su familia se estableció en el Condado de Fairfax, al norte de Virginia, una zona opulenta que está cerca de Washington DC. En Estados Unidos cursó sus estudios. Seung-hui estudió Literatura Inglesa en la universidad Virginia Tech. Para entonces, vivía en Centreville, Virginia.
Era una persona solitaria que apenas hablaba o lo hacía con frases cortas. Carecía de amigos y se pasaba el tiempo solo, aislado. Demostraba muchos signos de violencia y comportamientos riesgosos. En una ocasión prendió fuego a su habitación mientras quemaba objetos en la papelera. Sus profesores y compañeros de clase afirmaron que sus trabajos escritos siempre llevaban un tono violento.
Seung-hui fue objeto de la burla de sus compañeros debido a su timidez y a la extraña manera en que hablaba. Stephanie Roberts, de 22 años, quien estudió con Cho en el colegio secundario Westfield High, dijo que sus amigos siempre se reían de él. “Había algunas personas que eran realmente mezquinas con él, que lo empujaban y se burlaban de él. No hablaba bien el inglés y ellos se burlaban.
Sus compañeros de habitación y otros estudiantes han dicho que insistía en que se le llamase "Question mark" (Signo de Interrogación). Una estudiante dijo que el primer día de una clase de literatura, se hizo circular una lista de estudiantes; en lugar de su nombre y apellido, Cho sólo puso el símbolo “?”. Sus compañeros de habitación también dijeron que una noche, tras tomar unas cervezas, confesó tener "una novia inventada que vivía en el espacio".
Un ex compañero lo describiría como “solitario, obsesionado con la violencia y con serios problemas personales. Parecía que no quería ser amigo de nadie”. Estaba obsesionado con Oldboy, una película coreana dirigida por Park Chan-Wook, acerca de la violenta venganza de un hombre contra la sociedad.
En 2005, fue internado en una institución psiquiátrica, de la cual salió poco después. Se dedicó entonces a acosar a dos alumnas del Virginia Tech; a una de ellas le envió correos electrónicos obscenos y la llamó por teléfono hasta que ella lo denunció ante la policía. Pero el caso no tuvo seguimiento, pues las chicas declinaron presentar cargos contra él.
Curiosamente, Seung-hui consiguió finalmente que una chica accediera a mantener una relación amorosa con él. Se trataba de Emily J. Hilscher, quien se hizo su novia, aunque él siempre se mostró posesivo y celoso. La chica tenía dieciocho años y era estudiante de primer curso de Zoología. Hilscher procedía de Woodville, en Rappahannock (Virginia) y vivía en el cuarto piso de la residencia de estudiantes.
El 1 de abril de 2007, Cho Seung-hui comenzó a planificar la que sería la peor masacre estudiantil en la historia de Estados Unidos hasta ese momento. El estudiante compró dos pistolas, una Glock calibre .9 milímetros y una Walther P22 calibre .22 , en una tienda local de revólveres. Gustaba de tomarse fotografías con las armas, en posición amenazante. También adquirió ropa militar y la utilizaba en las imágenes. En otras ocasiones, posaba con un martillo, un cuchillo de supervivencia o con las dos pistolas, una en cada mano.
. El problemático joven era un admirador de de Eric Harris y Dylan Klebold, los autores de la masacre de Columbine.
La mañana del 16 de abril de 2007, a las 07:15 horas, Seung-hui discutió con su novia por una supuesta infidelidad. Emily estaba harta y deseaba terminar la relación. El chico no accedía. La pelea creció de intensidad, hasta el punto que otro estudiante, Ryan Clark, trató de intervenir para mediar, pues la situación se tornaba violenta. Clark tenía veintidós años, cursaba un doctorado en Psicología, además de ser el delegado de los estudiantes de la residencia. Clark procedía de Martínez (Georgia) y además pertenecía al cuerpo de reserva del Ejército de la Universidad y a la banda de música del centro educativo.
Furioso, Seung-hui extrajo su pistola y le disparó a Emily, matándola. Acto seguido, hizo lo mismo con Ryan Clark, quien murió de un disparo en el cuello. Dejó los cadáveres en su habitación y salió del lugar. El crimen ocurrió en los dormitorios de la residencia estudiantil West Ambler Johnston Hall, donde habitaban más de ochocientos alumnos. A las 07:19, una llamada al 911 informó sobre los disparos escuchados.
Seung-Hui regresó luego al Virginia Tech. Se vistió con sus ropas militares, cargó sus dos pistolas y municiones, su cuchillo y salió a desquitarse del mundo. A las 09:05, bloqueó con cadenas, desde adentro, tres entradas públicas al edificio universitario Norris Hall.
Luego se metió a uno de los salones de clases del edificio de la carrera de ingeniería, ubicado a unos seiscientos metros del complejo de habitaciones. Sacó sus pistolas y comenzó a disparar contra los alumnos.

Disparó más de 170 balazos en nueve minutos. En un video grabado por un estudiante se escuchan 27 tiros en apenas un minuto. Para escapar del atacante, algunos estudiantes optaron por tirarse desde las ventanas de los edificios.
Una joven llamada Tina Harrison estaba tomando una prueba en Norris Hall cuando comenzaron los tiros. “Escuchamos gritos horribles, gritos de agonía, y después una suerte de risa maníaca en los primeros minutos en los que fueron disparados los tiros”, contó al canal de noticias CNN.
Sesenta y un personas recibieron disparos. Treinta y dos de ellas murieron. Las otras quedaron gravemente heridas. A las 09:26, varios correos electrónicos informaban sobre el tiroteo.
Cho Seung-hui se suicidó con un disparo en la cabeza en medio del aula, rodeado por los cadáveres de sus víctimas, en medio de los charcos de sangre de los heridos, los gritos, los llantos, el dolor.
Regina Rohde estudiaba en Columbine cuando sus compañeros Eric Harris y Dylan Klebold perpetraron el ataque que cobró las vidas de estudiantes y maestros. La joven estaba en la cafetería, donde se produjeron gran parte de los disparos, y logró huir del edificio. Asustada y después de recibir tratamiento psiquiátrico, decidió irse a estudiar en Virginia Tech. Poco después de su llegada, el estudiante Cho Seung-Hui perpetró su matanza y a ella le tocó, nuevamente, estar en medio del fuego.
Cho Seung-hui se convirtió de inmediato en un símbolo del asesino en masa que ataca un centro escolar, liberando sus frustraciones y mostrando su obsesión con la parafernalia militarista. La masacre del Virginia Tech sería la peor ocurrida hasta ese momento en Estados Unidos y una de las más conocidas, debido a la presencia de los medios.


Foto: Cho Seung-hui: la masacre de Virginia Tech
Cho Seung-hui nació en Seul (Corea del Sur) el 18 de enero de 1984. Su familia vivía en un departamento alquilado, el sótano de un edificio. Cho Seung-hui tuvo un diagnostico de autismo a los ocho años de edad. Lim Bong, el casero de la familia en Corea, declaró a un periódico: "No sabía lo que el padre de Cho hacía para ganarse la vida. Pero ellos tenían una vida pobre. Hasta que emigraron, dijo que habían ido a Estados Unidos porque era difícil vivir aquí y que era mejor vivir en un lugar en el que nadie los conociera".
Seung-hui emigró a los Estados Unidos en 1992, a los ocho años de edad, con sus padres y su hermana mayor. Su familia se estableció en el Condado de Fairfax, al norte de Virginia, una zona opulenta que está cerca de Washington DC. En Estados Unidos cursó sus estudios. Seung-hui estudió Literatura Inglesa en la universidad Virginia Tech. Para entonces, vivía en Centreville, Virginia.
Era una persona solitaria que apenas hablaba o lo hacía con frases cortas. Carecía de amigos y se pasaba el tiempo solo, aislado. Demostraba muchos signos de violencia y comportamientos riesgosos. En una ocasión prendió fuego a su habitación mientras quemaba objetos en la papelera. Sus profesores y compañeros de clase afirmaron que sus trabajos escritos siempre llevaban un tono violento.
Seung-hui fue objeto de la burla de sus compañeros debido a su timidez y a la extraña manera en que hablaba. Stephanie Roberts, de 22 años, quien estudió con Cho en el colegio secundario Westfield High, dijo que sus amigos siempre se reían de él. “Había algunas personas que eran realmente mezquinas con él, que lo empujaban y se burlaban de él. No hablaba bien el inglés y ellos se burlaban.
Sus compañeros de habitación y otros estudiantes han dicho que insistía en que se le llamase "Question mark" (Signo de Interrogación). Una estudiante dijo que el primer día de una clase de literatura, se hizo circular una lista de estudiantes; en lugar de su nombre y apellido, Cho sólo puso el símbolo “?”. Sus compañeros de habitación también dijeron que una noche, tras tomar unas cervezas, confesó tener "una novia inventada que vivía en el espacio".
Un ex compañero lo describiría como “solitario, obsesionado con la violencia y con serios problemas personales. Parecía que no quería ser amigo de nadie”. Estaba obsesionado con Oldboy, una película coreana dirigida por Park Chan-Wook, acerca de la violenta venganza de un hombre contra la sociedad.
En 2005, fue internado en una institución psiquiátrica, de la cual salió poco después. Se dedicó entonces a acosar a dos alumnas del Virginia Tech; a una de ellas le envió correos electrónicos obscenos y la llamó por teléfono hasta que ella lo denunció ante la policía. Pero el caso no tuvo seguimiento, pues las chicas declinaron presentar cargos contra él.
Curiosamente, Seung-hui consiguió finalmente que una chica accediera a mantener una relación amorosa con él. Se trataba de Emily J. Hilscher, quien se hizo su novia, aunque él siempre se mostró posesivo y celoso. La chica tenía dieciocho años y era estudiante de primer curso de Zoología. Hilscher procedía de Woodville, en Rappahannock (Virginia) y vivía en el cuarto piso de la residencia de estudiantes.
El 1 de abril de 2007, Cho Seung-hui comenzó a planificar la que sería la peor masacre estudiantil en la historia de Estados Unidos hasta ese momento. El estudiante compró dos pistolas, una Glock calibre .9 milímetros y una Walther P22 calibre .22 , en una tienda local de revólveres. Gustaba de tomarse fotografías con las armas, en posición amenazante. También adquirió ropa militar y la utilizaba en las imágenes. En otras ocasiones, posaba con un martillo, un cuchillo de supervivencia o con las dos pistolas, una en cada mano.
. El problemático joven era un admirador de de Eric Harris y Dylan Klebold, los autores de la masacre de Columbine.
La mañana del 16 de abril de 2007, a las 07:15 horas, Seung-hui discutió con su novia por una supuesta infidelidad. Emily estaba harta y deseaba terminar la relación. El chico no accedía. La pelea creció de intensidad, hasta el punto que otro estudiante, Ryan Clark, trató de intervenir para mediar, pues la situación se tornaba violenta. Clark tenía veintidós años, cursaba un doctorado en Psicología, además de ser el delegado de los estudiantes de la residencia. Clark procedía de Martínez (Georgia) y además pertenecía al cuerpo de reserva del Ejército de la Universidad y a la banda de música del centro educativo.
Furioso, Seung-hui extrajo su pistola y le disparó a Emily, matándola. Acto seguido, hizo lo mismo con Ryan Clark, quien murió de un disparo en el cuello. Dejó los cadáveres en su habitación y salió del lugar. El crimen ocurrió en los dormitorios de la residencia estudiantil West Ambler Johnston Hall, donde habitaban más de ochocientos alumnos. A las 07:19, una llamada al 911 informó sobre los disparos escuchados.
Seung-Hui regresó luego al Virginia Tech. Se vistió con sus ropas militares, cargó sus dos pistolas y municiones, su cuchillo y salió a desquitarse del mundo. A las 09:05, bloqueó con cadenas, desde adentro, tres entradas públicas al edificio universitario Norris Hall.
Luego se metió a uno de los salones de clases del edificio de la carrera de ingeniería, ubicado a unos seiscientos metros del complejo de habitaciones. Sacó sus pistolas y comenzó a disparar contra los alumnos.

Disparó más de 170 balazos en nueve minutos. En un video grabado por un estudiante se escuchan 27 tiros en apenas un minuto. Para escapar del atacante, algunos estudiantes optaron por tirarse desde las ventanas de los edificios.
Una joven llamada Tina Harrison estaba tomando una prueba en Norris Hall cuando comenzaron los tiros. “Escuchamos gritos horribles, gritos de agonía, y después una suerte de risa maníaca en los primeros minutos en los que fueron disparados los tiros”, contó al canal de noticias CNN.
Sesenta y un personas recibieron disparos. Treinta y dos de ellas murieron. Las otras quedaron gravemente heridas. A las 09:26, varios correos electrónicos informaban sobre el tiroteo.
Cho Seung-hui se suicidó con un disparo en la cabeza en medio del aula, rodeado por los cadáveres de sus víctimas, en medio de los charcos de sangre de los heridos, los gritos, los llantos, el dolor.
Regina Rohde estudiaba en Columbine cuando sus compañeros Eric Harris y Dylan Klebold perpetraron el ataque que cobró las vidas de estudiantes y maestros. La joven estaba en la cafetería, donde se produjeron gran parte de los disparos, y logró huir del edificio. Asustada y después de recibir tratamiento psiquiátrico, decidió irse a estudiar en Virginia Tech. Poco después de su llegada, el estudiante Cho Seung-Hui perpetró su matanza y a ella le tocó, nuevamente, estar en medio del fuego.
Cho Seung-hui se convirtió de inmediato en un símbolo del asesino en masa que ataca un centro escolar, liberando sus frustraciones y mostrando su obsesión con la parafernalia militarista. La masacre del Virginia Tech sería la peor ocurrida hasta ese momento en Estados Unidos y una de las más conocidas, debido a la presencia de los medios.
*gaby masacres estudiantiles